jueves, 21 de julio de 2016

Yakuza: crimen, odio y venganza

Masako Togawa, Lady Killer (1963)
Takeshi Kitano, Outrage (2010)
Nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2010
Sección Oficial del Festival de Sitges 2010
Kazuo Koike y Ryoichi Ikegami, Crying Freeman (1986-1988)

Emperadores, geishas, samuráis y yazukas son, seguramente, los roles sociales más presentes en el imaginario occidental sobre Japón.
Hemos dedicado espacio a los tres primeros en la tertulia, casi siempre rompiendo estereotipos y accediendo a visiones alternativas sobre su identidad y papel social. En esta ocasión, abordamos el mundo de la yakuza; la mafia japonesa  ha sido explotada por muchos productos de carácter comercial que aprovechan tanto el halo de misterio que la rodea -aunque la delincuencia organizada tiene una estructura equivalente en todas partes- como los muchos tópicos asociados.
(Por cierto, el principal clan de la actualidad se denomina Yamaguchi-gumi... Habrá que preguntar discretamente a nuestro bibliotecario).

Aunque en la novela de Togawa no aparece la yakuza, sí comparte con el resto de obras propuestas la presencia del odio, la sangre y la venganza en cadena como motores de la acción. La influencia de la cultura anglosajana -el primer empleo de la autora fue como mecanógrafa en inglés- se refleja claramente en su producción literaria, formada por más de treinta obras de misterio.
Lady Killer sabe conjugar las dos fuentes principales del relato policíaco: la británica, más clásica y centrada en el enigma -como Agatha Chistie o Ngaio Marsh, va dando al lector todas las pistas necesarias para descubrir al culpable antes de las páginas finales- y la norteamericana, con violencia explícita, carga erótica y predominio de la acción -los abogados Kentaro Matanaka y Haijime Shinji parecen tener como modelos a Nero Wolfe y Archie Goodwin, las creaciones de Rex Stout-.
Una lectura ligera y adictiva -a fin de cuentas, es una novela orientada al consumo- pese a su estructura compleja, donde los distintos puntos de vista del narrador, vinculado en cada sección a un personaje diferente, van modificando la explicación de los hechos del pasado. Por ponerle una pega, la sencillez del lenguaje da paso con frecuencia a frases algo risibles, como "El tacto de su musculado y velludo pecho le devolvió la confianza".
De lo que no se puede dudar es de que Masako Togawa, fallecida este mismo año, fue toda una figura pública: escritora, cantante, actriz, guionista, empresaria, opinadora profesional...

Con Outrage nos encontramos por tercera vez a Takeshi Kitano. En Hana-Bi construía como director una película llena de poesía y sangre; en Battle Royale se limitaba a lucir chándal y gesto; aquí vuelve a combinar dirección y protagonismo para crear una obra levantada sobre elementos permanentes (¿repetitivos?) en su filmografía. Quizá, incluso, se pasa de frenada en el uso de los tópicos asociados a la yakuza -violencia verbal y física, tatuajes, sangre, dedos cortados, negocios turbios, policías corruptos, mafiosos impasibles- sin dedicar espacio a desarrollar a los personajes, tan planos que solo funcionan como caricaturas.
Cada cual debe decidir si estos supuestos defectos son el resultado de una voluntaria desnudez formal y se ven compensados por el manejo de los planos y del tiempo narrativo, o si lo que parece humor burdo esconde una sutil ironía -indiscutiblemente presente en el continuo uso de las expresiones "tenemos un pacto" y "es solo un acuerdo formal"para intentar ocultar al interlocutor un complejo engranaje de traiciones-.
Entre las reseñas positivas, destacamos las de Factor crítico y Cine maldito. Dos interesantes artículos indagan con más profundidad en el sentido y motivación de esta película: Cinemastric y El País.

Crying Freeman es una serie manga para adultos (seinen) del mismo guionista que El lobo solitario y su cachorro (uno de los primeros que leímos en la tertulia). Aunque ambientada en la actualidad, repite la misma estructura narrativa de fondo que la anterior: un guerrero-héroe moralmente ambiguo, con gran destreza a la hora de matar; un acompañante, unido por un fuerte vínculo afectivo, que irá desarrollando capacidades similares a las del protagonista; la sucesión continua de episodios de violencia y retos cada vez más inverosímiles. Todo muy viril, sangriento y excesivo, con algunos topicazos sonrojantes. Para los menos pacientes, basta con leer el tomo 1 y la parte inicial del 2, donde termina el primer arco argumental.

Como conclusión, no encontraréis en estas tres obras una descripción de la estructura y funcionamiento de una organización criminal, pero sí ejemplos de relatos que se convirtieron en éxitos comerciales en Japón, Estados Unidos y Europa basándose en la atracción popular por el crimen. Una buena elección para el verano, ¿verdad? No lo dejéis para septiembre...